DVD IV INTI RAYMI EN LA HUACA FORTALEZA DE CAMPOY

DVD IV INTI RAYMI EN LA HUACA FORTALEZA DE CAMPOY
Una vez más, gracias a nuestros hermanos de Producciones EDUMART, de Martín Vásquez Escobar y Clarisa Codarlupo Gómez, hacemos entrega de este DVD que compila información de las actividades que hacemos en bien del conocimiento y valoración de nuestro Patrimonio Cultural y Natural los cuartos domingos de junio. Esperamos que esta celebración y representación sea una fiesta tradicional y turística que le cambie de rostro a nuestro distrito ¡AVANZA CARRIÓN!

MATRIMONIO EN LA HUACA FORTALEZA DE CAMPOY

MATRIMONIO EN LA HUACA FORTALEZA DE CAMPOY
Mi madre Rosario Escobar y Ramón Benitez se casaron en la Huaca Fortaleza de Campoy el sábado 11 de febrero del 2012.

INTI RAYMI EN CAMPOY 2011

INTI RAYMI EN CAMPOY 2011
Este domingo 26 de junio, de 10:00 a.m. a 2:00 p.m. celebramos y representamos el IV INTI RAYMI EN LA HUACA FORTALEZA DE CAMPOY, nos visitaron para compartir un reencuentro con nuestra sabiduría milenaria. Observamos el encuentro del Inca Túpac Yupanqui con el Hatun Curaca de Ruricancho, en medio de cánticos, ofrendas y danzas de las diferentes regiones del Tahuantinsuyu. El ingreso fue totalmente libre. Gracias a todos los visitantes, los esperamos el próximo año en un nuevo INTI RAYMI.

AFICHE DE LAS CAMINATAS HISTÓRICO - ECOLÓGICAS

AFICHE DE LAS CAMINATAS HISTÓRICO - ECOLÓGICAS
LAS CAMINATAS LAS HACEMOS CON EL GRUPO DE DEFENSORES DEL PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL Y GUÍAS ESCOLARES DE TURISMO "KUSI SONQO" - CORAZÓN ALEGRE, PARTIMOS DE LA HUACA FORTALEZA DE CAMPOY, SEGUIMOS POR EL CAMINO PRE INCA DE CERRO EL CHIVO EN CAMPOY Y LLEGAMOS A LA HUACA TEMPLO NUEVO DE MANGOMARCA, PARA DESPUÉS RETOMAR EL ANTIGUO CAMINO Y LLEGAR A LAS LOMAS DE MANGOMARCA. ES UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE. ESTÁN TODOS INVITADOS A CONOCER EL PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL DE SAN JUAN DE LURIGANCHO.

VISITA DE SUSANA VILLARÁN

VISITA DE SUSANA VILLARÁN
ESTE BLOG ES INDEPENDIENTE Y MARCA SUS DISTANCIAS CON CUALQUIER PARTIDO O AGRUPACIÓN POLÍTICA. PARA NO DESVIARNOS DE NUESTRO CAMINO DE CONOCIMIENTO Y VALORACIÓN DE NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL. PERO SÍ ES NECESARIO SER AGRADECIDOS CON QUIENES NOS TENDIERON UNA MANO DÁNDONOS ALIENTO EN ESTA GRAN CAUSA EDUCATIVA EN LA QUE NOS ENCONTRAMOS, YA QUE NO ES FÁCIL LO QUE VENIMOS HACIENDO Y PARA NOSOTROS ES GRATIFICANTE HABER RECIBIDO LA VISITA DE NUESTRA ALCALDESA DE LIMA, INTERESADA EN TRABAJAR POR LA DEFENSA DE NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL, COSA QUE HASTA EL MOMENTO NO HAN HECHO LAS AUTORIDADES LOCALES, REGIONALES Y NACIONALES INVOLUCRADAS EN LA EDUCACIÓN, CULTURA Y EL DESARROLLO HUMANO. POR ESTE MOTIVO NOS SOLIDARIZAMOS CON NUESTRA ALCALDESA Y RECHAZAMOS LOS INTENTOS DE PONER TRABAS EN SU GESTIÓN, ECHÁNDOLE BARRO Y PIEDRAS EN SU CAMINO. ¡FUERZA SUSANA!

PROYECTO LOMAS

PROYECTO LOMAS
Saludamos y felicitamos el compromiso que han asumido quienes vienen trabajando por asentar las raíces de nuestra identidad cultural en nuestros niños y adolescentes luriganchinos, mediante este proyecto que nace de la necesidad de conocer y proteger nuestro patrimonio cultural y natural. ¡TODOS A COLABORAR!

sábado, 15 de enero de 2011

LIMA PREHISPÁNICA. CAPÍTULO IV


Reconstrucción hipotética de un sector de Cajamarquilla.
Cerámica Wari-Pachacámac

Cerámica Wari-Pachacámac






Talla de madera encontrada en el Templo Viejo de Pachacámac






Reconstrucción hipotética de un palacio de Cajamarquilla.



Ciudad de Cajamarquilla, en el valle del Rímac.



Vista aérea de la ciudad de Cajamarquilla, en el valle del río Rímac.


IV. TAMBOS, PALACIOS, HUACAS, CENTROS ADMINISTRATIVOS Y CIUDADES
IV.1 Los Wari
Alrededor del año 700 d.c., al iniciarse el periodo conocido como Segundo Horizonte Pan Peruano u Horizonte Medio, se deja sentir en la Costa Central la presencia de una pujante cultura procedente de un lejano rincón ayacuchano. A dicha cultura se la denominó en un primer momento Tiawanaku, luego Tiawanaku de la Costa y finalmente, en reconocimiento de la originalidad de sus más importantes características, se le dio el nombre de Wari, o sea del sitio desde el que se producía la más importante irradiación cultural y en el que se asentaba la capital del estado.
La cultura Wari tuvo su origen en las manifestaciones culturales que se dieron en el periodo anterior en la zona bañada por el río Huarpa, uno de los afluentes del Mantaro, y que tuvieron como sedes las poblaciones de Chaquipampa y Nawinpuquio, situadas a pocos kilómetros de la Ciudad de Ayacucho. La cultura Huarpa constituyó una expresión propiamente regional que rápidamente evolucionó hacia nuevas formas estilísticas debido a la influencia de los Nazcas.
Esta fase del desarrollo cultural de la región es conocida con el nombre de Ayacucho y se caracteriza por una cerámica tricolor con diseños figurativos y geométricos, siendo probable que los contactos con Nazca se hayan producido alrededor del año 600 dc. Prácticamente al terminar la fase Ayacucho se presentaron en la región las primeras influencias de la cultura Tiawanaku y apareció un tipo de cerámica que acusaba fuertemente la presencia de los motivos clásicos tiawanaquenses y que fue denominado estilo Conchopata.
Por esos años, los Wari habían logrado constituir un estado de índole militarista, fuertemente centralizado, que tenia bajo su autoridad a toda la región. Prestaban culto al Dios Llorón, representado en la Puerta del Sol tiawanaquense, así como a una serie de personajes mitológicos, muchas veces zoomorfizados en versiones de pumas, cóndores y serpientes y su economía se basaba en una explotación agrícola intensiva, afirmada en importantes obras de irrigación, y complementada por los aportes de un ingente comercio de productos de elaboración artesanal.
Los Wari fueron los primeros urbanistas del mundo andino y produjeron una revolución que condujo a la existencia de una sociedad urbana caracterizada por la aparición de nuevos tipos de relaciones económicas y formas de producción, completamente distintos a los de la economía simplemente agrícola que los había antecedido.
La planificación física y el planeamiento urbano jugaron un señero rol en el desarrollo de la cultura Wari, permitiendo la rápida expansión de la misma y la administración de los territorios conquistados.
La capital del estado era la ciudad de Wari, la antigua Viñaque, ubicada cerca de la actual ciudad de Ayacucho en los alrededores de Quinua, centro de un jerarquizado conjunto de poblaciones que cubría la región aledaña a la capital y metrópoli de un planificado sistema de enclaves provinciales que abarcaba toda la extensión de las conquistas Wari.
El patrón de asentamiento urbano Wari fue de tipo ortogonal, constituido por conjuntos de vastos recintos rectangulares que encerraban rígidos complejos habitacionales de construcciones organizadas alrededor de un patio central. Los recintos amurallados tenían usualmente una sola entrada y las edificaciones interiores ninguna, pues al parecer por razones de seguridad se ingresaba a ellas trepando por encima de sus muros.
El trazado urbano se organizaba mediante la existencia de calles angostas que se interceptaban ortogonalmente y que vinculaban entre sí a los grandes conjuntos urbanos que constituían los barrios de la ciudad. Naturalmente, existían también plazas, espacios abiertos, plataformas ceremoniales y edificaciones destinadas al culto y a la administración publica.
La ciudad de Wari, que alcanzó en su apogeo una extensión de aproximadamente 120 hectáreas y una población de 50,000 habitantes, por razones de su origen espontáneo, condición capitalina y explosivo y permanente crecimiento, no se ajustó a las rígidas normas del urbanismo Wari, pero en cambio las planificadas ciudades provinciales cumplieron a cabalidad los patrones de asentamiento urbano estatal.
La construcción era, generalmente, a base de piedra de campo sin labrar, asentada con barro de manera que las caras planas de los mampuestos formaran los pavimentos de los muros. Éstos eran recios, larguísimos y alcanzaban alturas de 6 hasta 12 m, estando revestidos por gruesas capas de enlucido de barro. Los edificios eran usualmente de un piso, pero hay evidencias constructivas que prueban la existencia de edificaciones de dos pisos de altura No hay vestigios de los techos empleados pero deben haber sido inclinados, con una fuerte pendiente, dado el clima de la región y sus materiales constructivos tienen que haber sido, necesariamente, madera, caña y paja.
Las artes tuvieron en ésta primera etapa de la historia Wari un gran desarrollo bajo la influencia de Tiawanaku, destacándose las realizaciones escultóricas, textiles y cerámicas. En esta actividad la tradición Wari se mezclo con la Huarpa, influyendo poderosamente en el citado estilo Conchopata y dio lugar a la aparición de un nuevo estilo tiawanacoide de tipo ceremonial, que toma el nombre de Robles Moqo, por el sitio en que fue encontrado el primer ejemplar de esa modalidad estilística. A partir de entonces la cultura Wari no solo se entronizó en la región, absorbiendo en su seno todas las otras culturas locales, sino que inició un poderoso movimiento de expansión que la llevó a dominar casi todos los Andes Centrales.
En esa primera época, que abarca desde el 500 d.c. hasta el 700 d.c., los Wari extendieron su influencia por la Costa Central y sur, llegando hasta Huaura, por el norte, y más allá de Nazca, por el sur. Asimismo, al finalizar la etapa se hicieron presentes en las serranías de Ancash, ocupando el Callejón de Huaylas hasta el actual Huaraz. Es en esta época que la Comarca de Lima entra en contacto con la cultura Wari, sometiéndose primero a su influencia y cayendo luego bajo su dominación.
La segunda época Wari se desarrolla desde el año 700 d.c. hasta el 1,000 d.c., y durante ella el Imperio alcanza su apogeo conquistando extensos territorios que prácticamente abarcaron todos los Andes Centrales. Las conquistas comprendieron por el norte los actuales departamentos de Lambayeque y Cajamarca y por el Sur Cuzco y Arequipa, además de las zonas centrales intermedias. Todas las culturas de la época fueron sometidas a la dura dominación Wari, desapareciendo así la hegemonía e importancia de los Moche, Cajamarca, Recuay, Lima y Nazca, quienes fueron sujetos a estrictos sistemas de control social y a una despótica explotación.
Para asegurar sus conquistas y administrarlas debidamente los Wari establecieron, en puntos estratégicos del territorio imperial, enclaves que oficiaban de centros administrativos y lugares de captación de recursos provinciales y remisión de los mismos a la metrópoli. Crearon así, planificadamente, los centros de Viracocha Pampa, en Huamachuco, Vilca Huain, en Huaraz, Wari Vilca, en Huancayo, Cajamarquilla, en Lima y Piqui Llaqta, en Cuzco. Naturalmente, también construyeron una red que vinculaba dichos sitios entre sí y los comunicaba directamente con la metrópoli, para permitir el envío de los tributos provinciales, el ir y venir de los comerciantes y en especial la rápida marcha de los ejércitos conquistadores.
Todas las artes y tecnologías se desarrollaron altamente y en forma preferente aquellas de las que dependía la producción de objetos de comercio, tales como puntas de flecha e instrumentos, esculturas y tallas, textiles, y ceramios. Culturalmente esta segunda época se caracteriza por la existencia de un estilo cerámico definidamente Wari, que se expresa a través de variedades regionales. Una de ellas propiamente ayacuchana: la Viñaque; las otras dos provinciales: la Pachacámac y la Atarco; la primera procedente de la Comarca Limeña y la segunda de la provincia de Nazca.
La tercera época dura apenas un siglo, desde el 1,000 d.c. hasta el 1,100 d.c., y durante ella se produce la decadencia y desaparición del Imperio Wari. Las causas de tal fenómeno no se conocen con claridad y se supone que se debieron al paulatino deterioro de las estructuras políticas y económicas del sistema, así como a la permanente presión de los pueblos oprimidos y su final insurgencia. El hecho es que el Imperio se desmorona, las provincias recobran su independencia y la propia región de Ayacucho sufre una aguda crisis social y económica que determina el abandono de los grandes centros poblados, entre ellos Wari, al descenso de los niveles de vida, la abdicación de las viejas creencias y la perdida de los conocimientos tecnológicos y la creatividad artística. A este periodo de total decaimiento cultural de la región ayacuchana se le ha dado el nombre de Huamanga.
La Comarca de Lima fue una de las zonas del litoral que sufrió más tempranamente la penetración Wari, puesto que durante la primera etapa de la historia de ese estado la costa cayó bajo su influencia o dominio, desde Chancay hasta Atarí.
No obstante ello, toda esa extensa región, que comprende parte de la Costa Sur y casi la mitad de la Costa Central, no experimentó la imposición Wari tan rigurosamente como lo hicieron los territorios que fueron incorporados al Imperio posteriormente. Es posible que ello se haya debido a que durante la primera etapa del desarrollo Wari, o sea la de la formación cultural y creación del estado, la vitalidad y pujanza de los ayacuchanos no haya sido lo suficientemente fuerte como para imponerse por la violencia y la penetración se haya dado más bien a través de la religión y el comercio.
Años más tarde, durante la segunda época, cuando el estado Wari estaba en su apogeo y los pueblos y territorios se incorporaban al Imperio por la fuerza de las armas y eran sometidos a un duro yugo, es probable que el largo trato con los pobladores de la Costa Centro-Sur haya determinado en los conquistadores un ánimo propicio a las concesiones y a otorgar un régimen más benigno. Es igualmente factible que la convivencia de tantos años haya provocado una acción sincrética que afectara tanto a los conquistados como a los conquistadores, produciendo un estado de cosas de mutuo beneficio dentro de un clima de relativa tranquilidad.
El hecho es que, a diferencia de lo sucedido en otras partes, por ejemplo en la Costa Norte, el cambio en los patrones de vida y comportamiento de los pobladores de esta región no fue tan drástico y muchas de sus manifestaciones culturales originales subsistieron durante largo tiempo, conviviendo con las creaciones Wari y asimilando sus formas y maneras. En ciertos casos, inclusive, los estilos locales se fundieron con los foráneos para dar lugar a una nueva expresión estilística propia ya de la Cultura Wari. Tales fueron los casos de la cerámica Nieveria, cuya existencia se prolongó hasta mediados de la segunda época Wari e incorporó en sus fases finales muchos motivos de esa cultura y de los estilos Pachacámac y Atarco, que constituyeron nuevas formas de expresión de Wari, a pesar de su origen provinciano.
Este especial estado de cosas puede que haya contribuido a que la presencia de lo propiamente Wari sea tan escasa en esta zona costeña y especialmente en la Comarca de Lima. En esto lo Wari se manifiesta a través de los cambios suscitados en las manifestaciones sociales, culturales y económicas de las poblaciones yungas, pero son pocos los ejemplos que físicamente demuestran la estada de los Wari en el territorio comarcano. Parecería que la seguridad de encontrarse en un medio que en cierta forma había asimilado la ideología y maneras del Imperio, determinó que las autoridades Wari no tomaran una serie de disposiciones político-militares, ni llevaran a cabo las construcciones del caso. Por ejemplo, Cajamarquilla es la única población probadamente Wari en la zona; en Pachacámac, a pesar de su importancia como Centro Ceremonial y luego de peregrinaje interregional parece que no existe una sola construcción de esa cultura y tampoco las hay en todo el valle de Lurín y, finalmente, en la vastedad de la Comarca apenas existen unos pocos cementerios Wari.
De otro lado, el sistema de organización del Imperio, despótico y centralista, era poco dado a la construcción de obras en las provincias, salvo que éstas tuvieran que ver con la seguridad, la explotación o la administración de las mismas. De allí la creación de Centros Administrativos, la edificación de depósitos, la erección de murallas, la construcción de obras hidráulicas y el trazado de extensos caminos. Obras creadas de acuerdo a los dictados de la planificación y ubicadas con un estricto sentido económico en las zonas que realmente las requerían.
Parece que los Wari practicaban una política colonialista a ultranza, en que solo interesaba el beneficio de la metrópoli en función de la máxima explotación de los territorios conquistados. Por ello, sus asentamientos tenían la condición de verdaderos enclaves coloniales creados para controlar, política y económicamente el territorio en el que se asentaban. Los Centros Administrativos eran verdaderas "factorías" que focalizaban la actividad comercial de la región, captaban su producción, la almacenaban y la remitían a la metrópoli ayacuchana, todo ello dentro de las seguridades del caso. Por eso los Centros se rodeaban de altas murallas concéntricas y las zonas de habitación dentro de ellos eran cerrados recintos a los que sólo se podía ingresar escalando los muros desde estrechas callejas, que eran sustituidas, en muchos casos, por caminos que discurrían por lo alto de los gruesos murallones. Por eso también, los integrantes de la burocracia administrativa y las guarniciones militares imperiales no se afincaban en las provincias y regresaban a Wari tan pronto coma cumplían su misión de servicio y en caso de fallecimiento eran llevados al solar nativo para que los auquis tutelares velaran por ellos, y el Dios de los Báculos pudiera incorporarlos a su séquito de seres alados. Probablemente esta es una de las razones por las que en las provincias casi no existen pueblos, palacios y cementerios Wari y tampoco templos o sitios ceremoniales, no obstante tratarse de gente que practicaba una religión ecuménica con fuerte sentido proselitista.
Si bien es cierto que los Wari, por las razones antedichas, dejaron escasas muestras materiales de su paso por los territorios conquistados y que en la Comarca de Lima existen solo unos pocos restos, es igualmente cierto que, en cambio, influyeron decisivamente en casi todos los aspectos de la vida de los pobladores costeños.
En lo espiritual su religión se difundió ampliamente y el culto a Wiracocha tuvo general aceptación, tal como se acusa en la representación de su imagen y atributos en la cerámica y textiles regionales. Es de presumir que el auge de Ichma o Pachacámac, el Hacedor del Mundo costeño, que se inicia en este periodo, en parte se haya debido a su similitud con las cualidades y poderes de Wiracocha, el Creador del Universo serrano, el culto a los muertos también resulto afectado por lo Wari, pues en la costa se abandonó el tipo de entierros con el cadáver extendido sobre una angarilla y se adoptó el enfardelamiento de los muertos, sentados con el pecho apoyado en las rodillas y profundamente adornados y se les enterró en cámaras subterráneas rectangulares, de paredes de adobes y techos de barbacoa. Dichos entierros se efectuaban, generalmente, en forma intrusiva en los monumentos o cementerios de la cultura Lima, como en el caso de Maranga, Nieveria y Huanchi Huallas, y menos frecuentemente en cementerios propiamente Wari, como Pachacámac.
Las artes se desarrollaron notablemente bajo el influjo del culto Wari, y en especial en todos aquellos aspectos que tenían que ver con lo ceremonial. Los tejidos son de especial interés, delicadamente elaborados haciendo uso de variadas técnicas, hermosamente policromos y con diseños geométricos que representan al dios de los Báculos, a sus acólitos alados y los mitológicos seres zoomorfos que forman su cohorte. En el cementerio que se ubica al pie del Templo Viejo de Pachacámac, Max Uhle (1903) exhumó valiosos ejemplares de esos textiles, así como diversos ceramios, tallas, objetos y adornos personales de los Wari.
La talla, tanto en madera como en piedra y hueso, llegó a altos niveles estéticos y tecnológicos creando objetos de índole ceremonial y de adorno personal. En Pachacámac se encontró en los alrededores del Templo Viejo una talla de madera que posiblemente representa a ese dios, dada su similitud con la descripción que hace Miguel de Estete del ídolo de Pachacámac. El dios, bifronte y hermafrodita, ocupa la parte superior del madero, lleva atributos correspondientes a sus funciones y cualidades y esta rodeado de símbolos y figuras de la mitología Wari, encontrándose actualmente en un lugar de honor en el Museo de Sitio del Santuario. En ese mismo local y en otros repositorios limeños se pueden apreciar objetos finamente labrados en turquesa, piedras semipreciosas, obsidiana, hueso y concha, que representan personas, animales o aves, destinados tanto a fines funerarios como al acicalamiento personal al que fueron tan afectos los Wari.
Existieron pocos objetos de metal, usándose sin embargo la plata, el oro y el cobre en la fabricación de adornos y útiles diversos. El cobre también se usó en forma de planchitas que se colocaban en la boca de los muertos para asegurarles el viaje al otro mundo. Asimismo, se produjeron objetos e instrumentos de bronce, aleación que se había inventado en la época y que a la fecha todavía no lograba desplazar al cobre en la fabricación de armas y herramientas.
La cerámica ocupa un lugar destacadísimo entre las artes del periodo. El estilo Nieveria, coma ya se ha indicado, se enriqueció incorporando a su decoración la temática Wari y aumentando la policromía de su colorido. En las lomas de Lachay apareció un nuevo estilo Wari, bautizado con el nombre de Teatino, de formas simples y rotundas, de color rojo opaco y decoración incisa de motivos tiawanaquenses, cuya difusión se localizó en el valle de Chancay y parte de la cuenca del Chillón.
Finalmente, como resultado de la aculturación producida entre lo Lima y lo Wari, se dio un estilo de cerámica regional, de tipo ceremonial, que caracteriza junto con los estilos Viñaque y Atarco esta etapa del desenvolvimiento de la cultura Wari y que se conoce con el nombre de Pachacámac. Este estilo se encuentra en toda la Comarca, en los valles de Ancón, Chillón, Rímac y Lurín y alcanzó una gran difusión por la Costa Norte y Sur, llegando inclusive a penetrar en la Sierra Central.
Luis G. Lumbreras, el estudioso más notable de lo Wari y a quien seguimos en el desarrollo de este tema, describe la cerámica Pachacámac en la siguiente forma (1969):
"‘El estilo o más bien la modalidad Pachacámac tiene fuertes ingredientes del estilo Lima y adopta de él sobre todo la forma de una botella globular con un pico cónico largo unido al cuerpo por medio de una asa. La decoración es menos rica en motivos pintados pero en cambio emplea mucho el modelado. El motivo más particular es el de un felino o un halcón con cuerpo de felino que tiene una banda segmentada a todo lo largo del cuello, de donde sale una cola en forma de Plumas."
En lo social el aporte Wari fue especialmente trascendente y significativo, pues, como ya se ha indicado, los warinos hicieron la revolución urbana, dieron lugar al nacimiento del estado, secularizaron la sociedad y el poder, organizaron las comunidades en ayllus, inventaron la planificación y el urbanismo e impusieron sus patrones de asentamiento urbano en todo el mundo andino. En la Comarca, salvo Cajamarquilla, no quedan otros restos materiales de la actividad Wari en el campo del urbanismo, pero en la estructura de la sociedad Yunga de la época el impacto fue notorio y los cambios importantes. El resultado de los mismos se aprecia con claridad cuando se estudia la organización y realizaciones de los señoríos y cacicazgos de los valles comarcanos en el periodo siguiente o se advierte la estructuración dual que muchas comunidades campesinas tienen hasta hoy.
En el resto de la Costa Central y en las regiones aledañas se encuentran restos importantes de la actividad urbanística Wari. En Casma se hallan las poblaciones de El Purgatorio y Manchan, con extensiones de 27 y 16 hectáreas respectivamente, y en Supe el importante asentamiento de Chimú Cápac, todos ellos trazados de acuerdo a los más ortodoxos planteamientos de la urbanística Wari. En la Costa Norte, en Moche, se crea la población de Galindo, se reajustan Pacatnamú y Farfán y posiblemente se da inicio a Chan-Chan, mientras que en el valle de Virú se desarrolla una gran actividad poblacional, existiendo varios sitios constituidos por grandes recintos cercados por paredes de adobón y organizados internamente en traras ortogonales. En la Costa Sur no se conocen poblaciones Wari, pero tiene que haberlas habido y grandemente pobladas, porque existen extensos cementerios de esa filiación en Ocucaje, Ingenio y Atarco, en las actuales provincias de Ica y Nazca.
En cuanto a lo económico, los Wari impulsaron grandemente la agricultura intensiva, la producción masiva de bienes y productos y un activo intercambio comercial. Para aumentar la producción agrícola de las provincias y obtener excedentes para reforzar el abastecimiento de la región ayacuchana cuya agricultura no alcanzaba a satisfacer las necesidades de una numerosa y creciente población urbana, los Wari impulsaron la construcción de importantes obras hidráulicas en todo el Imperio; de ellas quedan restos en los valles de Moche y Virú. En la Comarca de Lima es probable que hayan ampliado la canalización del río Surco para irrigar la parte media del valle del Rímac y la Rinconada de Nieveria, donde se asienta Cajamarquilla (Juan Gunther, Comunicación oral).
Para aumentar la producción y productividad de los artesanos provincianos, los Wari promovieron el uso de sistemas que facilitaban la fabricación de ciertos bienes, logrando la estandarización y producción en serie de los mismos. Tal fue el caso de la cerámica en la que se popularizó el uso de moldes logrando una producción masiva de objetos de gran demanda popular. En toda la costa se practicó dicho sistema, especialmente durante la época tardía en la que se desarrollaron los estilos epigonales, siendo las cerámicas de Lambayeque y Chancay los casos más notables de moldeado.
Asimismo, en la construcción arquitectónica se introdujo el empleo de moldes para la fabricación de muros mediante el vaciado y apisonado de barro dentro de ellos. El paño de muro resultante, conocido con el nombre de "adobón", constituye un elemento modular de medidas constantes y rápida ejecución, que facilita grandemente la edificación y produce una arquitectura de características propias y definidas. Toda la costa esta llena de restos arquitectónicos de este tipo, siendo el ejemplo comarcano más notable de esta forma constructiva la ciudad de Cajamarquilla.
El activo comercio practicado por los Wari determinó la construcción de grandes centros de almacenaje y de extensas redes de caminos. Ejemplos de lo primero lo constituyen los numerosos Centros Administrativos Wari que existieron en la Costa y en la Comarca la ciudad de Cajamarquilla, con sus extensas y numerosas zonas de colcas y depósitos.
La actividad comercial Wari, que recogía la producción de las regiones costeñas para intercambiarla con la de las serranas, debió ser de gran importancia y ocupar a numerosas personas, pues deja una honda huella en los hábitos de los pobladores Yungas. Tenemos así que, en el periodo posterior, gran parte de los costeños se dedicaba únicamente al comercio, llegando a constituir hasta un tercio de la población en el valle de Chincha.
Los caminos debieron jugar un rol vital en el Imperio Wari; no cabe imaginarse su existencia y funcionamiento sin una extensa y eficiente red caminera que sustentara sus relaciones político-económicas. Como todo estado despótico su seguridad y bienestar dependían de la rapidez de las comunicaciones, de la celeridad con que pudieran trasladarse sus fuerzas, conquistadoras o represivas, y del permanente abastecimientos de la metrópoli. Dichos caminos existieron vinculando Wari con todos los Centros Administrativos Provinciales del Imperio, aunque no conozcamos en la actualidad huellas de los mismos. Unos deben de haber desaparecido por acción del tiempo, otros deben de haber sido involucrados en la red caminera que los Incas implementaron, usando y ampliando las viejas vías existentes, es posible que algunos todavía subsistan escondidos por las anfractuosidades naturales y el polvo de los siglos.
Es evidente que en alguna forma rápida y segura debieron comunicarse los Wari con la Costa Central y que Cajamarquilla debió conectarse eficazmente con Ayacucho y con los otros Centros Administrativos de la costa. Parece que la vía de comunicación con la sierra partía de Cajamarquilla y a través de la quebrada de Huaycoloro llegaba hasta Jicamarca, comunicaba el Rímac con el Chillón, ascendía por la cuenca de éste pasando por Canta y Chulguay y seguía cuesta arriba hasta encontrarse con el camino interandino que vinculaba las serranías de Cerro de Pasco y Junín con el valle del Mantaro y las pampas ayacuchanas.
La vinculación de Cajamarquilla con el norte debió realizarse pasando al valle del Chillón, probablemente a través de Canto Grande, y luego remontando la quebrada de Quilca a partir de Trapiche, para seguir por Huacho y Palpa hasta Huaral. El camino entre Trapiche y Huaral es usado hasta la fecha y su construcción es adjudicada a los Incas, pero es poco probable que sea así porque la sinuosidad de su desarrollo no coincide con el rectilíneo trazado de las vías incaicas.
El camino al sur relacionaba Cajamarquilla con Pachacámac, pasando posiblemente por Catalina Huanca y las pampas de Manchay para descender por el cauce del río Lurín hasta el Santuario y seguir hacia Nazca. El punto en que el camino se encontraba con el río debe haber sido el llamado Tambo Viejo, en Cieneguilla, sitio en el que todavía existen los restos de una población prehispánica construida con adobón o tapial. Por ese sitio remontaba al curso del río el camino de las peregrinaciones religiosas que, partiendo de Pachacámac y pasando por Huaycán, Sisicaya, Langa y Huarochirí, llegaba a los nevados de Pariacaca, luego el camino proseguía hasta arribar a Jauja, situada sobre la vía interandina que unía a Ayacucho con las provincias serranas del Imperio.
CAJAMARQUILLA
La ciudad de Cajamarquilla, centro del sistema caminero regional durante el apogeo Wari, llega tener alrededor de 15,000 habitantes y está situada en la Rinconada de Nieveria en la llanura de Pumapampa, en la parte inferior de la quebrada de Huaycoloro. El sitio se encuentra en la margen derecha del río Rímac, a 15 Km de Lima y veintitantos del océano Pacífico, en una posición estratégica para servir de sede al intercambio comercial de las partes altas y bajas de la región.
Cajamarquilla fue un Centro Urbano de Élite, según la clasificación tipológica de Schaedel (1951), y si bien su desarrollo es obra de los Wari su fundación debe haber sido realizada por los Lima, en el periodo anterior, conjuntamente con la edificación de las pirámides de Nieveria y Huaca Trujillo. En excavaciones realizadas hace pocos años se encontraron, debajo de las edificaciones existentes, restos arquitectónicos-urbanísticos cuya traza tiene una orientación distinta de la que posee la ciudad prehispánica que conocemos. Asociados con dichos restos se hallaron numerosos tiestos de la cultura Lima, por lo que es de suponer que se trata de vestigios de la población original que fue sepultada por acción de los huaycos que frecuentemente bajan por la quebrada de Huaycoloro. Sobre esos restos construyeron los Wari y años más tarde, durante el periodo Intermedio Tardío, los Huanchos ocuparon la ciudad reformándola y reconstruyéndola tan activamente que alteraron la estructura de su primitivo trazado, a punto tal que hoy es casi imposible reconocerlo y diferenciar la obra de unos de la de otros. Por motivos que no son claros, pero que pueden haberse originado en el decaimiento económico que por cambios climáticos sufrieron las serranías y partes altas de la región, Cajamarquilla perdió su condición de centro del movimiento comercial interregional y la población que conocemos ahora coma Pachacámac pasó a ser la más importante de la zona, El deterioro del otrora pujante centro administrativo se fue agravando, de manera que a la llegada de los españoles la ciudad estaba deshabitada o le faltaba poco para estarlo. Tan debe haber sido así, que los cronistas de la época no dan noticias de ella y al referirse a los pueblos principales del señorío sólo citan a Carabayllo, Maranga y Armatambo.
Los huaycos afectaron Cajamarquilla con mucha frecuencia, obligando a sus pobladores a continuas reconstrucciones; dichas obras han contribuido a que casi desaparezca el ordenado trazo ortogonal que caracteriza a las ciudades Wari. El padre Villar Córdova, el autor de "Las culturas pre-hispánicas del Departamento de Lima" (1935), afirma que Cajamarquilla fue castigada continuamente por los huaycos y que uno de ellos arrasó completamente el barrio que se encontraba ubicado al este de los actuales restos. Éstos conforman un gran sector urbano situado en el lado derecho de la parte baja de la quebrada, entre las primeras estribaciones de los cerros y el cauce de la torrentera por donde habitual-mente bajan los huaycos.
El desmoronamiento de las altas paredes de adobón, debido a la acción del tiempo y a la depredación efectuada por los huaqueros, ha sepultado bajo toneladas de desmonte calles y estructuras haciendo prácticamente irreconocible el trazado de la ciudad. Las sendas y caminos contemporáneos que han sido abiertos a través del tejido urbano original han contribuido a aumentar la confusión reinante. A lo antedicho hay que agregar la práctica, muy difundida en la época, de construir caminos epi-murales para vincular los típicos barrios Wari e, inclusive, transitar dentro de ellos. Naturalmente, la destrucción de los muros ha hecho irreconocible el trazado y ubicación de ese sistema de vías aéreas.
El sector urbano que ha llegado hasta nosotros tiene la forma de un gran trapecio, cuyos lados mayores están orientados NE-SO y son prácticamente paralelos al camino que, pegado al lado derecho de la quebrada, conducía a la sierra. Este camino durante la colonia fue usado para llegar hasta los nevados de Tambillo, en las alturas de Carampoma, para extraer hielo que era llevado a Lima haciendo pascana en Nieveria.
Al NO del sector, cerca de las primeras estribaciones de la quebrada, se encuentra la pirámide y centro ceremonial de Nieveria y al sur del mismo un extenso cementerio. El desarrollo del sector está conformado por una docena de típicos recintos Wari, presididos por un gigantesco conjunto situado al NE del asentamiento e inmersos en un tejido urbano de construcciones cuadrangulares. Este monumento, que debía ser la sede de los gobernantes de Cajamarquilla, es el típico diseño Wari y recuerda la apariencia de los complejos que existen en Chan-Chan. El conjunto es casi rectangular, con su eje mayor orientado NE-SO, cercado por gruesas y altas murallas y organizado internamente en espacios igualmente rectangulares y cercados. Prácticamente al centro del conjunto hay un grupo de construcciones que debió ser la zona residencial del mismo y cerca de su extremos sur-oeste se encuentra una pirámide de tipo ceremonial. Los demás espacios, patios o canchas, deben de haber sido corrales, depósitos o áreas destinadas al servicio.
Los otros conjuntos o recintos rectangulares que son base de la estructuración urbana de Cajamarquilla tienen una organización similar a la del principal difiriendo sólo en las dimensiones, bastantes más pequeñas, y en la orientación de su eje mayor que es NO-SE. Dichos conjuntos están rodeados por un tejido urbano sensiblemente ortogonal conformado por numerosas construcciones cuadrangulares, yuxtapuestas las unas a las otras, que se organizan en torno a plazas y pequeñas pirámides. En estos sectores existen unas pocas y estrechas callejas que los vinculan entre si, desarrollándose la circulación interior por lo alto de los gruesos muros que cercan los grupos habitacionales. Cada unidad habitacional está constituida por un recinto dividido en dos o más canchas, una de las cuales es la vivienda propiamente dicha, siendo los otros espacios recepcionales, corrales o depósitos.
La construcción es íntegramente de adobón, conformando gruesos y largos muros que debieron alcanzar alturas de 3 a 6 mt. La sección de dichos elementos es trapezoidal teniendo en la base entre 0.60 mt. y 1.20 y adelgazándose hacia la cúspide. Los muros no se trababan en las esquinas, posiblemente para evitar el efecto de corte que producen los sismos, y eran enlucidos por una gruesa capa de barro pintada con acres naturales. Los techos eran planos y construidos con maderos, cañas, esteras y torta de barro. Las puertas eran rectangulares, bajas y estrechas, y rara vez existía más de una en las viviendas. Las ventajas eran prácticamente inexistentes y las hornacinas numerosas y de formas que variaban entre el rectángulo apaisado y el trapecio vertical.
Como ya se ha indicado, a fines del apogeo del Estado Wari, Cajamarquilla cedió su primacía ante el empuje de Pachacámac y cayó en un largo proceso de deterioro que la llevó a su práctica extinción al promediar la dominación Inca.

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