RECONSTRUCCIÓN HIPOTÉTICA DE UNA ALDEA TEMPRANA EN LA COSTA
II.2 Los Agricultores lncipientes
A principios del Holoceno, o sea alrededor del año 8,000 a.c., las condiciones de vida de la costa habían cambiado sustancialmente, como ya se ha indicado. Se había intensificado el proceso de aridización y desertificación y como consecuencia de dichos fenómenos se extinguió la fauna gigantesca y disminuyó notablemente la caza mayor de cualquier tipo, pero en cambio aumentó la riqueza del mar y se incrementó paradójicamente, la extensión de las lomas y la riqueza de sus ecosistemas.
Paralelamente a estos sucesos las bandas nómades habían venido observando, desde hacia muchos años, el ciclo vital de los frutos y tubérculos silvestres que recolectaban en sus peregrinaciones y pronto cayeron en cuenta que había determinadas épocas en que las plantas germinaban y otras en que fructificaban abundantemente.
La primera consecuencia de esta constatación fue que la trashumancia primitiva devino en un recorrido de circuitos preestablecidos dentro de un determinado territorio, de manera tal que el retorno a un sitio coincidiera con la fructificación de las plantas cuyos productos habían sido cosechados cuando la banda pasó por dicho lugar. Esto determinó una relativa seguridad respecto a la recolección de frutos silvestres y, seguramente, una mayor permanencia en los sitios en que cíclicamente se producía la recolecciona, hecho que permitió una más detenida observación de la vida de la flora local.
Así, las mujeres integrantes de la banda, mientras los hombres estaban ausentes dedicados a la caza, se familiarizaron profundamente con la flora que explotaban y pronto conocieron su ciclo de vida y los requisitos y cuidados que necesitaban para producir abundantes cosechas. De ahí a reproducir en pequeña escala el fenómeno observado no había más que un paso el que, al parecer, se dio muy tempranamente en el Perú.
En efecto, en las grutas de Guitarreros, en el Callejón de Huaylas, se han encontrado restos de leguminosas que habían sido cultivadas 6,000 años a.c. y que, por tanto, acreditan que el Antiguo Perú fue uno de los seis focos irradiadores de la agricultura mundial, junto con China, India, Mesopotamia, Egipto y México.
La domesticación de algunas plantas, especialmente leguminosas, lagenarias y cucurbitáceas, influyó grandemente en los hábitos de vida de los primitivos cazadores-recolectores, pues contribuyó a sedentarizarlos convirtiéndolos en Horticultores seminómadas que alternaban el cultivo de la pequeña huerta, en la que ensayaban una agricultura incipiente, con las excursiones de caza y de recolección de los productos agrícolas que no cultivaban. Debido a ello, las bandas permanecían estacionarias hasta que cosechaban lo que habían sembrado, deteniéndose por períodos que variaban entre tres, seis y hasta dote meses. Esta situación obligó a los horticultores seminómadas a construir viviendas más duraderas y de adoptar formas de organización social hasta bastante más complejas que las que habían practicado hasta entonces.
En la costa el proceso de sedentarización se debió, más que al fenómeno descrito, a la extraordinaria fuente de alimentación que constituía el mar, que generosamente proporcionaba, permanentemente, moluscos, crustáceos, peces y hasta ballenas, además de lobos marinos y una ingente variedad de aves.
Naturalmente, la facilidad con que se podían explotar los inagotables recursos que ofrecía el litoral marítimo aceleró el proceso de sedentarización de los nómades costeños, quienes de cazadores-recolectores de especies continentales se convirtieron, primeramente, en marisqueadores y cazadores de lobos marinos y luego en pescadores-horticultores que alternaban la instalación de sus campamentos entre el litoral y las cercanas lomas.
Sus viviendas estaban hechas con huesos de ballena o cachalote, varas de mimbre, cañas, carrizos, junco, totora y gramalote y asumían la forma de carpas cónicas o de cobertizos construidos por una excavación poco profunda, algunas bajas paredes corta vientos y una ramada para protegerse de los rayos solares. Lo precario de dichas construcciones y lo perecedero de sus elementos, ha determinado la desaparición de casi todos los campamentos de los seminómadas de la costa central.
Afortunadamente, se han podido localizar varios de ellos en los alrededores de Ancón, lugar donde habitaron, 6,000 años a.c., varias comunidades que prácticamente habían abandonado la caza de especies terrestres para dedicarse principalmente a la explotación de los recursos marinos. Del estudio de los basurales arqueológicos que atestiguan su presencia en la zona se desprende que estos primitivos habitantes de la Comarca de Lima no sólo recolectaban toda clase de frutos de mar, sino que también practicaban la pesca hacienda uso de anzuelos de concha, cazaban focas y lobos marinos valiéndose de armas provistas de puntas lanceoladas de la tradición Ayampitinense y aprovechaban, ocasionalmente, los despojos de las ballenas y cachalotes varados por las bravezas marinas. Como horticultores cultivaban camotes, calabazas y pallares, que frecuentemente trituraban haciendo uso de batanes y morteros de piedra.
Los sitios arqueológicos en referencia se conocen por los nombres de Pampa Canario, Polvorín, Arenal, Luz, etc., y sus campamentos estuvieron formados por 6 ó 10 viviendas, agrupadas circularmente, donde habitaban pequeñas comunidades formadas por 30 ó 50 personas. Contemporáneamente a los pobladores de Ancón habitaban en la costa peruana muchas comunidades semisedentarias, cuyos restos se han encontrado en Santo Domingo de Paracas, Ica (6,870 años a.c.),en Chilca, Lima (5,750 años a.c.) y en Pucusana, Lima (5,377 años a.c.).
En la sierra, además de Lauricocha, se encuentran yacimientos correspondientes a esta época en Jayhuamachay (6,000 a.c.) y en Piquimachay (5,000 a.c.), ambos en Huanta, Ayacucho, donde a juzgar por las evidencias arqueológicas se tuvieron los primeros logros en la domesticación de animales, como el cuy y la llama.
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